
Alfredo Silva: "El humor me ayudó a superar el bullying"
El reconocido cómico argentino, nació con Síndrome de Crouzon, una malformación de cráneo que alteró la ubicación natural de sus ojos y transitó su niñez y adolescencia con la cruz de las burlas. A los 18 años lo operaron y su destino cambio. En Íntimamente con Alejandra Rubio, repasó su vida: su infancia, el bullying en su adolescencia, sus comienzos, el cariño del público y como superó sus complejos riéndosele de sí mismo: “Nací con el ojo izquierdo muy afuera además de desviado. Era muy impresionante para la gente verme, me miraban por la calle y me señalaban como un fenómeno. Mis padres me llevaron a infinidad de médicos en mi infancia, hasta llegaron a ofrecerle sacarme el ojo y ponerme uno de vidrio solo por estética. Aprendí a vivir con eso y pese a todo fui un niño feliz. Mis padres hicieron un gran trabajo para eso. El humor y aprender a reírme de mí mismo fue fundamental. El cariño del público fue sanador. Sentirme tan querido me curó todas mis heridas.” Aseguró el humorista que logró el cariño de grandes y chicos, con su humor para toda la familia.
Silva comenzó ganándose un nombre en el circuito de bares y pubs de Buenos Aires hasta llegar a presentar sus propios shows y ser uno de los cómicos más requerido en la actualidad. Conquistó al público en “Peligro Sin Codificar” y lo sigue haciendo en varios programas, incluido el legendario “Polémica en el Bar”. Rápidamente se convirtió en un fenómeno del humor en redes sociales y grupos de whatsaap, ganándose el cariño de grandes y chicos. Hoy es el humorista que más shows hace, trabajando para toda la familia, haciendo shows multitudinarios y hasta llevando su humor a fiestas familiares, realizando “Humor a Domicilio”: “Amo lo que hago, incluso voy yo con mi propio auto manejando. Recorro todo el país. Hasta mil kilómetros voy con mi auto. Me ha tocado de ir hasta Carmen de Patagones con el auto y hacer el show en una casa de familia, para solo 6 personas, terminé el show y me volví. Después he trabajado para más de 20.000 y te puedo asegurar que la emoción es igual. Contar chistes para una persona, para 10 o para 10.000 es igual, es como estar rindiendo un examen y no sabes si te va a ir bien o mal. Por eso yo voy probando en el escenario y hasta que no saco la risa generalizada. No paro.”
Alfredo Silva nació en Don Torcuato, partido de Tigre, el 6 abril de 1970 y así cuenta su propia historia: “Soy el mayor de tres hermanos. Tengo un hermano y una hermana menor. Con mi hermano nos llevamos solo 11 meses de diferencia. Mi hermana es dos años menor. Mi papá y mamá aún viven. Mi papá siempre se dedicó a la venta de autos y mi mamá es agrimensora, aunque ya son jubilados los dos, pero mi papá sigue vendiendo autos. Somos una familia muy unida y con mucho amor. Cuando nací, nací con el ojo izquierdo muy afuera además de desviado. Era muy impresionante como lo tenía para afuera, me miraban por la calle y me señalaban como un fenómeno. Mis padres me llevaron a infinidad de médicos en mi infancia, hasta llegaron a ofrecerle sacarme el ojo izquierdo y ponerme uno de vidrio para que me quedara la cara más estética. Lo que tenía se llama Síndrome de Crouzon y es una malformación en el cráneo. Aprendí a vivir con eso y pese a todo fui un niño feliz. Mis padres hicieron un gran trabajo para eso. Yo nunca necesite un psicólogo, mis padres y mis amigos del barrio fueron una gran contención. El humor y aprender a reírme de mí mismo fue fundamental. Uno aprende a crear sus propias herramientas. Yo era el gracioso en casa, en las fiestas familiares, en el colegio. Cuando la maestra faltaba yo pasaba al frente y me ponía a contar chistes para divertir a todos mis compañeros. La peor época fue en la adolescencia, ninguna chica me dio la oportunidad de conocerme como algo más que amigo. Yo intentaba tener una vida normal, salir, ir a bailar, lo que hace cualquier adolescente, pero era casi una utopía para mí. Iba a las discos con mi grupo de amigos y a mí nunca me dejaban pasar, siempre era una excusa diferente: ‘Con esos zapatos no podes entrar’ me decían. Me iba a mi casa, me cambiaba y me volvían a decir lo mismo. Me refugiaba en los recitales, ahí no había problemas de admisión, no hay discriminación, pasa cualquiera, igual que en las canchas de fútbol. Cuando me hice conocido y comencé a trabajar en boliches, más de una vez me encontré sacándome fotos en el Vip, de los lugares donde no me habían dejado entrar. Fue muy loco para mí, estar ahí como una celebridad, en ese lugar por el que tanto había sufrido por no poder entrar.”
El humorista Yayo Guridi lo bautizó ‘la ametralladora del humor’ por su forma de contar mil chistes en pocos minutos. El desdramatizar las burlas y reírse de sí mismo, lo convirtieron en un gran ejemplo de resiliencia. En el programa de Johnny Allon en Canal 26 hacía una parodia de Chirolita: “Le puse Virolita, por el tema de los ojos, ¿no? Me gusta mucho jugar con mi aspecto físico, por no ser muy atractivo. En mi humor prefierp reirme de mi mismo, nunca de los demás. No me gustan las cargadas al otro, no se a quien le puede caer mal. Prefiero hacerlo conmigo, ese es mi estilo y a la gente le gusta. Sé lo que es la agresión y lo que duele. Sé cuándo la cargada es con ironía y cuando es con agresividad o hiriente. Me operaron a los 18 años. Siempre les voy a estar agradecidos a mis padres porque pagaron por la operación. Me mandaron el ojo para atrás, para que quede parejo con el otro me acomodaron bastante todo. Aunque el estrabismo me quedó. Después de todo eso empecé a jugar con mi aspecto en mis monólogos y hago una biografía de mi vida desde que nací hasta el día de hoy. Y me cargo mucho con la vista. La cara es el fuerte mío, reírme de mí mismo, fue mi gran acierto y algo reparador.”
Su vocación por el humor surge a muy temprana edad: “Mi vocación del humor surge desde chico, soy humorista desde la cuna. Hacer reír es lo más lindo que hay. Era el que contaba chistes en reuniones familiares, en el colegio, en rondas de amigos. Siempre fue mi forma de ganarme el cariño y la simpatía de los demás. En la época de los cassettes me compraba uno de música, me gustaba el rock, pero también me traía uno de Luis Landriscina, del “Negro” Álvarez o de “Cacho” Buenaventura. Ya a los 10 ó 12 años me compraba libros de chistes. El humor y el contar chistes era un vicio desde pequeño. Empecé (profesionalmente) en una radio de Gral. Pacheco, partido de Tigre, producía mi propio programa sin auspiciantes. El dinero lo obtenía de mi trabajo. Yo trabajaba en un astillero y, como vivía con mis padres, lo que ganaba lo usaba para sustentar mi espacio en la radio. Así con mucho esfuerzo, pero convencido que era lo que amaba, comencé. Sabía que tenía que invertir para ganar y no me equivoque. Hoy miro hacia atrás y entiendo lo necesario que fue para mis comienzos.”
Refiriéndose a sus inicios en televisión, Alfredo detallo: “Yo creo mucho en Dios. El destino y la suerte también tienen que ver mucho en mi vida. A mí me gustaba jugar mucho al fútbol, un día estaba jugando con mis amigos y me esguince el tobillo, sin poder continuar. Me fui a buscar mis cosas atrás del arco y estaba sonando el teléfono – en ese tiempo no existía ni whatsapp – y era un productor de parte de Anabela Ascar, ella me había escuchado en mi programa de radio que hacía en Tigre y quería invitarme a su programa. Si yo no me hubiese lesionado, nunca hubiese atendido el teléfono y me habría perdido la oportunidad. Esto fue un sábado y el lunes ya estaba debutando en Crónica. Fue un éxito, lo único que me dijeron, tanto Anabela como su productor: ‘Vos tenés pinta de loco, no te tenés que vestir serio. Buscate un estilo que llame la atención. Trajes de colores o ropa que no te convine’. Empecé a comprarme trajes de colores y a cortar el pelo de forma desmechada para que parezca que soy un muñeco o que tengo una peluca y funcionó. Su consejo me abrió las puertas del mundo del espectáculo. Les hice caso y acá estoy. Yo para ese día le había pedido el traje de casamiento a mi hermano y me había peinado con gomina. Después surgió este personaje. Luego comenzaron a llamarme seguido y eso hacía que me salieran muchos shows. Yo era operario de un astillero en Tigre. Cuando empecé a ir a Crónica, me tenía ir temprano del trabajo. Me pegaba una ducha y me iba al canal. Al otro día, recuperaba las horas. Con Anabela arranqué en el 2009. Estoy muy agradecido con ella.”
“Y así fui armando mi personaje – continuo Silva-. Gesticulo mucho. Con la cara, con la mirada, me río de mí mismo. Me cargo que soy feo, ese es el estilo mío (risas). Lo mío lo defino como un “humor paranoico”, porque represento a un personaje que está totalmente loco. De hecho en los eventos (muchas veces), me bajo del escenario, me subo a un parlante, trato de no pestañear. Parece que no estoy en mi sano juicio. Ese es mi personaje, entrar despeinado, ojos desorbitados, con la corbata torcida. Jugar con esa estética es mi fuerte. Ese es el personaje que fui creando y mi estilo. Cada humorista tiene un estilo propio y que yo respeto. Me río de mí mismo pareciendo alguien no muy cuerdo. Muchos piensan que tomo, que mi estética es porque estoy borracho, pero yo no tomo, ni fumo. Es solo un personaje.”
Siguiendo con su relato cronológico, el humorista detalló: “Seguí en el astillero hasta que me empezaron a llamar de Sin Codificar, se me complicó. Y llegué a un punto en el que tuve que elegir. Entonces hablé con mi jefe, con el que tenía una muy buena relación. Le expliqué la situación y me dijo: ‘Vos probá. Y si te va mal con el humor, acá tenés las puertas abiertas para volver’. Siempre le voy a agradecer. Fue una decisión muy difícil porque siempre fui muy responsable con el trabajo y no sabía que iba a pasar con el humor. Renuncié a mi antigüedad y me podría haber salido mal, pero me la jugué, era mi vocación. El aplauso del público y su cariño, me sacó de cualquier tristeza. Me la jugué y no paré más, aunque fui creciendo de a poco. La televisión me sirvió para que me conozcan y eso me trajo mucho trabajo. El humorista vive más que nada de los eventos que hace y, gracias a Dios, la televisión me sirvió mucho para que la gente me conozca. Hasta el día de hoy no puedo creer que me conozcan en todo el país y me quieran tanto. Me lo demuestran en l calle, me escriben a mis redes y hasta mi wpp a veces solo para decirme que soy un fenómeno, que los hago reír y eso para mí es impagable. Me siento tan querido que cualquier herida que pude tener el pasado por el bullyng que sufrí, quedó en el pasado. Hoy tengo un hermoso presente, estoy casado con Sabrina, que es un amor de persona y tengo mucho trabajo de lo que me hace feliz, más no puedo pedir.”
Y “el pibe de los astilleros” paso de una radio comunitaria, solventada por el mismo, hasta una presentación triunfal en la Cadena Caracol de Colombia: “Fue casi un sueño, estuve en Colombia, en la Cadena Caracol contando chistes, representando a la Argentina en un festival de humoristas. Fue un gran orgullo para mí estar y el recibimiento del público. Era otro país, otras costumbres, no sabía si se iban a reír de mis chistes, de mi humor. Cuando el público se empezó a reír y aplaudirme fue hermoso. Después me anime a ir a otros países: Uruguay, Paraguay, Chile. Estudio un poco su humor y después le pongo mi impronta. Todo surgió gracias al programa de Johnny Allon que se veía en todo Latinoamérica. A Johnny lo conocí porque había ido de invitado a Peligro Sin Codificar, donde a mí me invitaban muy seguido, me vió ahí, le gustó lo que hacía y me comenzó a invitar a su programa. Gracias al humor y a Peligro Sin Codificar también conocí a mi esposa, ella hace Stand Up e iba siempre a la tribuna del programa, ahí nos conocimos, nos enamorados y hoy llevamos casi 4 años de casados. Ella me acompaña mucho en mi trabajo y tiene dos programas de radio en los que trabaja.”
El futbol y el humor están unidos en el corazón de Silva. Cumplió el objetivo de hacer reír a Juan Román Riquelme y muchos clubes, no solamente disfrutan de su show, sino que lo han usado mucho como cábala. Y así lo cuenta el humorista: “Dicen que doy suerte jajaja y, no sé si es por la buena onda, pero algo se genera y las cosas mejoran siempre. Por ejemplo, fui a contarles chistes a los jugadores de Defensa y Justicia y a partir de ahí hicieron un campañón. Ferro venía perdiendo mucho y me llamaron el día en que le ganaron a Alvarado, cuando yo había ido a la concentración. Lo mismo en Dálmine, en San Lorenzo, también en Racing… Y da la casualidad de que como muchas veces que yo voy los equipos ganan, me siguen llamando. Pero en especial recuerdo una vez que me llamaron de Boca y fui el único que lo hizo reír a Riquelme. Ese fue uno de mis mayores logros. Yo toda mi vida fui hincha de Ferro, pero resulta que mi amigo Carna es de Boca y me contactó con la gente del club. En ese momento, Bianchi era el técnico y me llamaron para hacerles una sorpresa a los jugadores de Boca en Casa Amarilla. No me olvido más que Marcelo London, el dirigente, me dice: ‘Vos salí y contales chistes a los jugadores y no te preocupes si Riquelme no se ríe porque él es especial’. Dicho y hecho. Habían terminado de comer, yo entro al lugar y me empiezan a aplaudir todos menos él. Me miró de reojo. Hasta que empecé a contar chistes y, creeme lo que te digo, Riquelme fue el que más se rió. Le pegaba piñas a la pared… Riquelme quedó sorprendido y me preguntó cómo hacía para acordarme de tantos chistes. Nos quedamos charlando un rato, aunque de lo que menos hablamos fue de fútbol. Después de eso quedó muy buena onda y he ido a eventos particulares para amigos suyos, y lo mismo con otros jugadores.”
Entre sus logros más preciados se encuentra el haber revertido un abucheo de miles de personas en aplausos: “Hace tres o cuatros años, Boca jugó un amistoso contra el Villareal de España en la Bombonera. Me dieron un micrófono inalámbrico y me hicieron entrar en el entretiempo a contar chistes. Solo ante 40 mil personas. Había insultos, silbidos... No me daban pelota. Imagínate que el sonido en una cancha es una cagada y yo escuchaba que desde todas las tribunas me insultaban, me silbaban… ¿Y sabés cómo lo solucioné? Se me ocurrió empezar a cantar: “Y ya lo ve, el que no salta, se fue a la B’. Después del cantito empecé a contar chistes en contra de River y la gente ahí me empezó a aplaudir, empezó a escucharme. Parecía un barra brava. Sabía que no podía irme abucheado y logré la ovación. Gracias a River, me los puse a todos en el bolsillo. Y me fui aplaudido. Después de eso, no le tuve miedo a nada más.”
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“Lo importante en el humor es renovarse todo el tiempo, un cantante por ejemplo tiene una buena canción y se la van a pedir 200 mil veces, el chiste sirve una vez nomás. Se acabó la paciencia de escuchar. Salvo el que hace stand up. Es otra cosa, es humor americano. Muy bueno pero para cierto público, selectivo. En cambio, el chiste es universal, no pasa de moda. No tiene derecho de autor, va de boca en boca. Inventé chistes que andan por todos lados y no quedan registrados, como una canción que tiene un autor. Yo tengo la suerte que no se me olvida ningún chiste. Vos me lo contás una vez y listo. De hecho, eso me da la capacidad de no repetir ningún espectáculo y de adaptarme a todos los públicos. Es una cosa increíble porque a veces no me acuerdo donde dejé las llaves pero me cuentan un chiste una vez y no me lo olvido más. Para mí el secreto del humorista es saber seleccionarlos. No cuento los que me gustan a mí sino los que quiere el público. Voy a hacer un show y según el público o la cara que ponen cuando empezó a contar os chistes, los voy cambiando. Ningún shows es igual a otro, trato de darle al público lo que viene a buscar y todos son muy agradecidos. Yo también soy muy agradecido al público por sus demostraciones de afecto y a gente como Gustavo Pavan, que fue mi gran consejero, a Esteban Mirol, Pichu, Pachu, Yayo (Que me puso la ametralladora del humor), Carna, Pablo Muney, Diego Korol, Alacrán, Mariano Iúdica, Gustavo Sofovich, Anabela… Todos me ayudaron mucho a crecer y ganarme humildemente mi lugar.” Detalló el humorista.
Refiriéndose a su futuro y confesando su sueño más íntimo como artista, Alfredo Silva aseguró: “Mi sueño es seguir creciendo, la carrera del humorista no tiene fin, como la de un futbolista que se retira y puede hacer su carrera como técnico. El humorista mientras esté bien de salud, se puede subir a un escenario y si tiene bien las neuronas para desarrollarse y renovarse, puede contar chistes todo el tiempo. Lo lindo de la carrera del humorista es la longevidad del oficio. Mi sueño es estar siempre en la TV. (la pantalla ayuda mucho), las redes sociales y los videos también. También me gustaría hacer ficción. Tuve una participación en la miniserie que se realizó sobre la vida de Carlos Menem, donde lo interpretó Leo Sbaraglia, y me encantó. Me encantó hacer ficción, aunque mi fuerte son os chistes y no quiero dejar de contarlos jamás. Nunca soñé vivir de esto sinceramente, fue un regalo de Dios que agradezco infinitamente. ” Concluyó el humorista que no se quedó en el lamento, se reinventó a sí mismo, y ganó la popularidad y el cariño de la gente.
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