Lunes, 06 Mayo 2024 13:45

"Un paro a contramano de los que trabajan"

Volvé a escuchar el comentario editorial de Cristina Pérez en Cristina Sin Vueltas.

Miles de personas que hoy se encontrarán con demoras o interrupciones por la protesta del transporte no tienen un trabajo registrado o intentan ganarse la vida como autónomos. Lo mismo les pasará el 9 de Mayo cuando se produzca el segundo paro nacional contra el gobierno de Javier Milei que tuvo la primera huelga en tiempo récord.

Está tan deteriorada la situación del empleo que el 45% de los trabajadores, como no están registrados, tampoco tienen representación sindical. Pero esto no implica que no tengan nada que ver con los gremios que le complicarán el día. Esos mismos sindicatos son los que frenan desde hace décadas los cambios que desalientan la contratación en blanco en la Argentina que podría mejorarles la vida.

Pero es mucho más que eso. ¿No existían el año pasado condiciones para hacer un paro? ¿O el año anterior? ¿No se habrán dado por enterados los gremios de la nueva categoría infame que surgió en la Argentina gobernada por Alberto Fernández, de trabajadores que a pesar de trabajar son pobres? ¿O que los únicos que veían engrosarse sus filas eran los piqueteros con más y más beneficiarios de planes? Este es el otro problema del paro de esta semana. Una cuestión de autoridad. Lo único que cambió entre el año pasado y éste es que esta vez se está intentando una reforma laboral y que no gobierna el peronismo. El paro, dicen, es contra un modelo de desigualdad, sin justicia social, sin organización sindical y sin convenios colectivos. La igualdad en el gobierno del que veníamos era la de todos iguales de pobres y la justicia social una consigna en medio de un festival de asistencialismo. En realidad, son los dos últimos ítems los que le importan a la CGT porque intentan meter presión para que no cambie nada en la vetusta legislación laboral argentina.

Es tan claro, que el reclamo de hoy, de los sectores de Transporte, es por el impuesto a las ganancias que alcanzará en caso de aprobarse a un millón de trabajadores que ganan más de un millón 800 mil pesos mientras el ingreso promedio en Argentina es de unos 200 mil pesos según consultoras privadas porque si tomamos los datos del Indec que son del cuarto trimestre del año pasado deberíamos decir 153 mil pesos.

Es tan exiguo que los 200 mil no llegan a cubrir el tercio de la canasta básica. La situación hace que 3 millones de personas que tienen empleo estén activamente buscando otro porque el salario formal está por debajo de la línea de pobreza.

En el momento que vive el país, serían los propios gremialistas los que deberían proponer cambios para que haya más trabajadores registrados, mayor capacitación de quienes llegan al mercado para que consigan mejores trabajos y menos industria del juicio. Pero en el fondo lo que defienden son sus propios privilegios. Mantener los ingresos cautivos de los que todavía quedan en blanco con cuotas sindicales obligatorias, el manejo de las obras sociales o la impunidad cuando bloquean mafiosamente una pyme. A pesar de que consiguieron que todo esto quede fuera de la ley bases, también van por el resto de los cambios.

Lo que cambió del año pasado a este, es el signo de gobierno y cuando no gobierna el peronismo, el sindicalismo recupera abruptamente la memoria sobre la situación de los trabajadores. Debe afectar la memoria el grueso vidrio de sus autos blindados o la altura de las torres acomodadas en las que viven algunos de sus jerarcas.

La CGT también es parte del peronismo en crisis que perdió las elecciones y como la mayoría del peronismo, tampoco hacen una autocrítica. Son el elenco más estable por no decir permanente o eterno del partido que se da en llamar de los trabajadores. Aunque el kirchnerismo los haya llevado a ser el partido de los planes sociales. Por eso, aunque hoy se sientan los inconvenientes de las medidas de fuerza o el 9 de mayo no vuele ni una hoja como advirtieron, el paro en sí, queda tan lejos de la realidad de millones de argentinos que sólo volverá a mostrar una vez más, cuan divorciados están de quienes salgan a trabajar a pesar de ellos porque no les queda otra. El paro no le hará nada a Milei, incluso hasta puede terminar subiéndole más la imagen, pero a los que necesitan salir a ganarse la vida, a esos les arruina definitivamente el día, bajo la amarga sensación de la extorsión.