"Un gobierno sin ideas solo ofrece la misma receta gastada"
Martes, 19 Abril 2022 10:30

"Un gobierno sin ideas solo ofrece la misma receta gastada"

Volvé a escuchar el comentario editorial de hoy de Cristina Pérez.

Hay un reloj cuyo tiempo se aceleró en Argentina: es el de la inflación. Y su aceleración profundiza minuto a minuto la grave crisis social. Más inflación es menos poder adquisitivo, es decir más pobreza. Los pronósticos más optimistas indican que será de 60% cuando termine el año. Los menos optimistas asusta esbozarlos. El gobierno, sin ideas, en medio de una interna encarnizada y en guerra con la corte suprema, sólo ofrece la misma receta gastada.

Un nuevo plan platita, de bonos a unos 13 millones de personas, no alcanza a paliar la desvalorización del dinero que, como no hay solución de fondo, también seguirá su curso. Una curita para frenar una hemorragia, que sin embargo tiene un costo fiscal de unos 2 mil millones de dólares. Con el mismo dinero que ingresa por más inflación, el gobierno rapartirá dinero, que no alcanzará ni a cubrir la inflación pasada mientras la inflación futura ya toca la puerta. Parece un trabalenguas, pero es la dinámica que se acelera peligrosamente al paso de las remarcaciones. Ya es inocultable para la gente común.

La escena del gobierno parece repetida. Con cada recrudecimiento de precios, arrecian las advertencias de controles, de parches asistenciales y cuando no, de creación de nuevos impuestos. Nada de esto funcionó nunca, y la inflación sigue campante. Pero lo peor de todo, es que también la poca confianza que inspiran estas medidas ahondan su agotamiento en un contexto en que el problema crece.

En una economía plagada de impuestos, que necesita imperiosamente crecer, el gobierno parece hacer todo lo contrario para que esto ocurra. Creador compulsivo de impuestos, ofrece otra insólita variante para tratar de meter la mano en el bolsillo de los que producen cuando debería estimularlos a que produzcan más en un contexto en que es muy difícil mantener una ecuación económica sensata. No se puede negar que son creativos: empresas que lograron una “renta inesperada” por la guerra y tengan ganancias mayores a 5 millones de dólares serán el objetivo del nuevo tributo. El tema es que esas empresas ya pagan impuestos por sus ganancias, sólo para empezar con los argumentos que hacen muy difícil que el impuesto sea aprobado por el Congreso y luego pase las pruebas de constitucionalidad. La oposición de hecho advirtió que votará en contra. Legalmente la doble imposición y la igualdad ante la ley en materia tributaria aparecen como carteles de neón ante otro manotazo impositivo que tiene mucho de mensaje a la tropa propia en busca de medidas que logren la cohesión en un espacio donde sus principales líderes no se dirigen la palabra.

En ese sentido, el anuncio de las medidas estuvo enmarcado por una escena con varias lecturas. El protagonismo del ministro de economía junto al presidente, fue una clara ratificación en su cargo en medio de críticas y operaciones de su propio espacio para ponerle un sucesor. En otro sentido, la convocatoria a las apuradas, buscó llenar el vacío y calmar las expectativas ante un gobierno que prometió cambios para luego de semana santa pero que sólo pudo ofrecer un anuncio improvisado. Entonces, el presidente estaba cambiando pañales. Ahora, los cambios siguen en pañales.

Cuando el tema principal de su agenda debería ser la crisis económica y sobre todo la inflación que se da por descontado no dará tregua en los próximos meses, la pulseada más fuerte del gobierno, sin embargo ocurría en otros laberintos del poder, donde el kirchnerismo sigue desafiando al mismísimo sistema republicano. No alcanzaron los artilugios legales para frenar que la Corte Suprema avanzara en el control del estratégico Consejo de la Magistratura que designa y sanciona los jueces además de controlar los fondos del poder judicial. Actuó con “notoria ignorancia”, el juez de Paraná que quiso impedirlo desafiando al máximo tribunal, con un fallo entre gallos, medianoche y huevos de pascua. Eso afirmó entre otros apercibimientos la anulación de su sentencia por parte de los supremos. “No lo vamos a permitir”, fue la advertencia del kirchnerismo en boca del viceministro de justicia que responde directamente a Cristina Kirchner. Esa guerra, la guerra contra el poder judicial, y no contra la inflación, es la que realmente desvela a la vicepresidenta y sus cañones apuntan especialmente a la Corte donde recaen en última instancia todas las medidas vinculadas a las causas por corrupción que siguen abiertas.

En ese sentido, las malas noticias también llegaron de los tribunales federales, donde el fiscal Guillermo Marijuan pidió que se rechace el pedido de sobreseimiento de la señora Kirchner en la llamada Ruta del dinero K porque aún restan medidas de prueba. En esa misma causa, el empresario K, Lazaro Baez fue condenado a 12 años de prisión, y también fueron condenados sus hijos. Esos son los espejos en los que la vicepresidenta no se quiere mirar. Es fácil entender el por qué de su desesperación para controlar la justicia.

Del palacio a la calle mientras tanto, con prisa y sin pausa, los precios siguen su camino alcista. Los expertos ya advierten que esta semana, el Indec dará a conocer que una familia necesita unos 90 mil pesos para no ser pobre. La línea de indigencia, seguirá siendo casi igual o mayor que el salario mínimo.