Martes, 14 Febrero 2023 16:36

Camioneros y piqueteros para controlar los precios fueron circo y autoritarismo: sabían que no iba a funcionar

Escuchá el comentario editorial de Cristina Pérez.

Le tiraron el camión a los precios y no funcionó. Le hicieron piquete a la góndola y no funcionó. 
Pusieron precios máximos aquí y allá y lo anunciaron como el descubrimiento de la penicilina. Tampoco funcionó.
 
Camioneros y piqueteros para controlar los precios fueron circo y autoritarismo, pero sabían que no iba a funcionar. Lo que pasan es que siguen empeñados en tratarnos como estúpidos y no tienen en cuenta que la gente entiende mucho más de lo que ellos quisieran.
 
Este populismo con la saraza gastada nunca se puso colorado por ofrecer las mismas recetas que no funcionan porque en el fondo nunca tuvieron la intención de bajar la inflación, sólo de buscar culpables y de instalar el relato de los malvados formadores de precios para seguir la fiesta de gastar. Total, al ajuste también lo hacen con la inflación en la espalda, para empezar, de los jubilados, y para seguir de la clase media y de los que aún se dan el exótico lujo de trabajar en forma registrada.
 
Cuando hace unos días el presidente salió a culpar a los kiosqueros por la inflación, llegó a la cumbre de su propio ridículo. Pasó de declararle la guerra a los precios con tono de Rambo a perseguir a los vendedores de caramelos media hora.
 
Es muy difícil que haciendo lo mismo que no funcionó antes encuentren una solución al problema de la inflación. Pero no están dispuestos a encarar una solución en serio porque para ellos gobernar es repartir plata que no es de su bolsillo sino del tuyo, y crear impuestos. 
 
En vez de estimular la creación de riqueza y la generación de empleo, financian el escándalo de que haya una gran cantidad de personas en edad de trabajar que dependa del estado para vivir en forma paupérrima. Los que producen son cada vez menos y están cada vez más ahogados con impuestos que hacen imposible prosperar, que desalientan al que quiere emprender y que vampirizan el esfuerzo de los que se rompen el lomo trabajando y mantienen este país. 
 
Pero como no tienen la menor intención de cambiar esa matriz, que es su verdadero modelo, necesitan culpables. 
 
En este contexto es muy impresionante que a un señor que viene de ser CEO de una empresa privada donde trabajó durante tres décadas, y que uno supone que sabe de costos y de ecuaciones económicas razonables, como es el señor Antonio Aracre, a poco de haber asumido como Jefe de Asesores del Presidente, sólo se le ocurra que la solución es crear un nuevo impuesto.
 
Como si no supiera que los argentinos trabajan más de medio año solo para pagar impuestos. Como si no supiera que la mitad de cualquier producto que pagamos son impuestos, como si no supiera que hasta los servicios salen menos por la tarifa y más por los impuestos, como si no supiera el escándalo de un pasaje de avión que en el desglose cuesta un 60 0 70% más de lo que vale por la voracidad tributaria. 
 
Un día de estos ponen impuestos a ver Gran Hermano, a sacarse selfies o a tener sexo. Son como sanguijuelas de todo lo que tenga que vida para chuparle la sangre hasta que quede seco y arrugadito como una pasa de uva. Y así estamos, con el país tan encepado de impuestos que la rueda del carro no avanza porque está encadenada y ellos, que pusieron las cadenas, no entienden por qué no avanza. 
 
¿Por qué no devuelven toda la plata de la corrupción y ahí empezamos a hablar de crear impuestos como tanto les gusta? Sólo en el caso de Vialidad por el que está condenada la señora Kirchner son casi 85 mil millones de pesos según la justicia. Si uno toma al azar el último caso que haya salido en los diarios, en estas horas se elevó a juicio oral una parte del de los cuadernos de las coimas donde se investiga 4 millones 200 mil dólares de sobornos a funcionarios. 
 
No sólo no tienen autoridad técnica para hablar de más impuestos. Tampoco tienen autoridad moral.