El presidente dice que “la humanidad está en riesgo” en la ONU y aquí sus funcionarios a tono con la advertencia se reúnen por las figuritas del mundial. Y como corresponde no solucionan el problema. Encabeza la reunión en pomposa mesa redonda el secretario de comercio, Matias Tombolini. Debería dedicarse a políticas que combatan la inflación desbocada pero la inédita cuestión de estado es otra. Conseguir el 18 de Ghana o el 5 de Camerún y si tenes suerte el 10 de Argentina. Esa tristemente célebre secretaria pasa de la política del garrote a la del ridículo sin escalas. Como dice el comunicado de hoy del sector panadero, “Alguien tiene los valores y prioridades alterados”. Ellos piden algo menos rutilante: que se les garanticen las materias primas, que “el pan no se vuelva una figurita difícil”.
Pero la incongruencia viene desde arriba. En la ONU, el presidente va a dar clases de cómo solucionar el mundo cuando en su propio país no puede tomar decisiones elementales. Y lamentablemente no se priva de malversar sus propias palabras utilizando el atril de un organismo internacional para apuntar vagamente a la oposición por el ataque a la vicepresidenta. Culpó –cuando la investigación aún está en curso- “a la violencia fascista que se disfraza de republicanismo”, una afirmación tan general que echa sombras injustas sobre cualquiera que defienda a la república. El propio presidente de la nación es el que ejerce la discriminación y difama con la generalización. Una vez más Alberto Fernandez vuelve a usar un escenario de política exterior para sus genuflexiones de política interior y para tratar de quedar bien con el kirchnerismo. Otra vez defendió a regímenes indefendibles como Nicaragua, Venezuela y Cuba sin condenar las violaciones a los derechos humanos. Sus impresentables alineamientos hablan elocuentemente de su propio gobierno. Aunque deberían actualizarle la información al mandatario y contarle que por aquí los cumpas andan últimamente de barbecue en barbecue en la embajada del imperio.
A tono de un día para el olvido aquí en las pampas, lejos de la Gran Manzana y el turismo diplomático, la emboscada al campo con el cepo para el dólar soja es una herida difícil de remontar para la credibilidad del ministro de Economía ¿Quién le va a creer a Sergio Massa si en su primera negociación sectorial ya incumplió su palabra? ¿Cómo creerle a un gobierno que sólo prepara trampas? Y eso es fácilmente trasladable al llamado al diálogo a los que piensan distinto que hizo Cristina Fernandez.
Qué diálogo puede querer alguien que llama trolls a los fiscales que la investigan y cuyo abogado los amenaza diciendo que van a terminar mal. ¿En serio son los mismos que se preocupan por la democracia?
Ayer la vicepresidenta compartió en un tuit lo que llamó 9 minutos imperdibles de su abogado defensor, donde Alberto Beraldi dice desarmar una prueba del fiscal Diego Luciani porque prueba que el aterrizaje del avión presidencial en Santa Cruz había sido un 29 y no un 30 de noviembre de 2015, día en que durante la tarde la mandataria había estado en Bariloche. El cambio de fecha del aterrizaje del avión no deja de poner en el lugar de los hechos a Cristina Fernandez.
Decir que una reunión con Baez no ocurrió a mediodía porque tuvo un acto a la tarde parece insuficiente coartada. Y de todas maneras no es la prueba más importante de ese encuentro. La evidencia más categórica de que efectivamente se reunieron es que el día 2 de diciembre, dos días después, Lázaro Baez le manda un mensaje a José Lopez donde le dice “José Atendeme un minuto. Es para coordinar con lo que me dijo la señora”.
Al mismo tiempo le enviaba mensajes a Julio Mendoza pidiéndole también que le respondiera. Lo otro que omiten en el alegato de la señora, es la cantidad de mensajes que hay entre Lopez y Julio Mendoza, presidente de Austral Condtrucciones, los días previos al plan “Limpiar todo” y cómo coordinan los despidos y el abandono del personal. Según la fiscalía todo eso fue luego de la reunión que tuvo, de nuevo José López con Cristina Fernandez, esta vez en Olivos, donde ella le habría dado las indicaciones. Y la prueba de esa reunión es que se la pide López a su secretario privado. Durante ese encuentro lo contactaba insistentemente Julio Mendoza para ver qué había dicho la presidenta.
Coartadas flojas de papeles hacen entender que la vicepresidenta llame trolls a los fiscales y uno de sus abogados los amenace.
Y volviendo a Nueva York, (quién pudiera), es por todo este combo de impunidad y desgobierno que la imagen del presidente argentino probando guitarras en el estudio de un músico de David Bowie, se convierte en un cross de mandíbula. Una imagen que se escapó del relato porque la da a conocer el propio productor Mark Plati ante la inesperada visita y que debe salir a justificar como circunstancial la portavoz nacional, quien también anda por Manhattan. Las imágenes oficiales de la gira mostraban un presidente abocado a su discurso con rascacielos de fondo. Sin dudas es más explicativa la de la guitarra electrónica, para una payada gastada con pocos espectadores.