Jorge Corona: "Entré en el alcohol para superar mi timidez"
Martes, 25 Agosto 2020 15:05

Jorge Corona: "Entré en el alcohol para superar mi timidez"

A los 77 años, uno de los últimos capos cómicos indiscutidos de la Argentina repasó su vida: Su infancia como extra de cine, sus comienzos, su timidez, las adicciones superadas y sus ganas constantes de continuar.

Jorge Antonio Femenías, es su nombre verdadero. Su primer nombre artístico fue Jorge Chiva. Luego el productor y manager Juanito Belmonte le puso el apellido Corona. Empezó bien de abajo en peñas y café-concert en los años 70 y llegó a contarle chistes a Perón y ganar el premio Estrella de Mar como mejor "Actor Cómico" en varias temporadas teatrales marplatenses.
Comenzó su carrera al lado de José Marrone, un distinguido actor y humorista que marcaría a fuego su caminar por las tablas. Brilló con su humor en las más importantes temporadas de Mar del Plata, Carlos Paz y Calle Corrientes, llegando incluso a conquistar el publico de Uruguay, Paraguay y hasta Australia…
Fue el pionero y a lanzado decenas de ‘casettes’ con cuentos y chistes que alegran, desde hace décadas, los hogares. Posee un estilo propio, una vestimenta que lo caracteriza y más de 50 años de trayectoria ganándose el corazón de los argentinos.
Jorge, es el hijo menor de cinco hermanos de un matrimonio de gallegos, sobre su infancia, detalla: “Mi papá era valenciano, trabajaba en el cementerio de Flores y mi mamá era correntina y lavaba ropa para afuera. Ella amaba el cine, era extra y nos llevaba a mis hermanos y a mí a hacer de extras en las películas. Yo lo disfrutaba mucho. Después vernos en el cine, aunque eran solo unos segundos, era emocionante".
“La diferencia de edad con mis hermanos era mucha.- sigue recordando- Me llevo 10 años con mi hermano más cercano. Yo nací de última, había mucha diferencia de años. Eso hizo que pasara una adolescencia muy difícil. Mis hermanos me ordenaban todo el tiempo que hacer, se creían los dueños de mi vida. Era otra época, hasta me obligaban a trabajar gratis para ellos en su zapatería siendo chico. Por aquel tiempo se separaron mis padres y yo me quedé con mi mamá. Ella además de amar el cine, recitaba poesías. La poesía de Garrit, con la que cierro muchos espectáculos, me la enseño ella. Mis padres por más que se habían separado, no tenían una mala relación. Tal es así que cuando mi papá se enfermó, mi madre lo llevó nuevamente a su casa para cuidarlo.” Recordó.
“Antes de la actuación yo soñaba con ser futbolista y jugaba muy bien, pero mi carrera en el fútbol se frustró porque no tenía disciplina y me gustaba salir. Para vivir hice de todo. Vendí ropa por la calle, helados…”, confesó el humorista.
En cuanto a sus primeras presentaciones en el escenario, conto; “Todo comenzó como un juego. Íbamos con mis amigos a las peñas y actuaba solo por empanadas y vino. Más adelante llegó un café-concert y luego Villa Gesell, donde por casualidad, encontré la vestimenta que hasta hoy me acompaña. Estaba trabando ahí y había un grupo que hacía de Charles Chaplin. Dejaron la levita, el bastón, los zapatos y el sombrero; yo no tenía que ponerme, me los puse y salí. Cuando me contrato Romay, un productor que me había visto, me pidió que usase la misma ropa y yo no la tenía, no era mía, la había dejado en la costa. Ahí me consiguieron lo mismo y paso a ser mi vestimenta".
“Al poco tiempo estaba haciendo un show en Flores, la sala estaba llena, y vino Alejandro Romay con su familia a mirar el espectáculo. Cuando terminó me saludó, y me dijo: ‘Corona mucho gusto soy Alejandro Romay, el sábado debuta en el teatro El Nacional’. Le pregunté qué era lo que iba a hacer porque no estaba acostumbrado a trabajar en un teatro, yo estaba muy cerca de la gente, y me dice: ‘Te pongo una tarima, no te hagas problema’. Y arreglamos”, recuerda Jorge sobre esa transformación de pasar del under a lo popular.
En su debut en El Nacional, Corona estaba nervioso: no quería salir a escena. Hasta que Romay lo “empujó" al escenario, según cuenta el propio humorista: “Romay tuvo que empujarme, literal. Estaba paralizado del miedo. Salí al escenario y de entrada la gente me miraba. Una vez que se rieron, ahí arranqué. Después me convertí en un trasgresor: le sacaba la cartera a la gente y miraba lo que tenían adentro. El público me tenía miedo a mí. Es más, (los espectadores) se sentaban de la tercera fila para atrás por miedo a que los gaste. Pero es una costumbre que tengo de embromar -reconoce-. El público argentino es vergonzoso. No sabemos divertirnos en una fiesta, por eso la gente toma y empieza a cambiar de ánimo: empieza a cantar, a bailar y hasta zapatea”.
Sus problemas con las adicciones él mismo los hizo públicos, dando un mensaje de esperanza y siendo el reflejo vivo que se puede cambiar: “Siempre fui muy tímido. Empecé tomando para sacarme un poco la timidez de subir al escenario. Me ponía alegre para superar mi timidez y luego se convirtió en un problema. Pero ya pasó. Hace 30 años que no tomo una gota de alcohol. Es una enfermedad, la pasé muy mal. Cuando fui a Alcohólicos Anónimos les dije que tomaba para poder actuar. Ahí me dijeron: ‘Bueno, andá a la esquina y seguí chupando, acá se viene para no tomar’. Pero todo pasa. Después cambia, porque uno se quiere mucho, empieza a cuidarse y se da cuenta de que eso no va más. No puedo tomar más, ya tomé demasiado, y por eso no lo nombro. De lo malo no hay que acordarse, solo recordar que no se debe hacer y portarse bien para vivir una vida normal. Aunque muchos piensen que no, se puede. Mónica, mi mujer, y Alcohólicos Anónimos me ayudaron y cambiaron mi vida. Mónica me cuida, ella me sacó adelante".
Su vida y su historia completa, en su propia voz, aquí en Íntimamente con Alejandra Rubio.