Donald: “Un artista sin fecha de vencimiento”
Miércoles, 14 Octubre 2020 15:11

Donald: “Un artista sin fecha de vencimiento”

A los 74 años es uno de los cantantes indiscutidos de época feliz de nuestra música, repasó su vida: Su dura infancia, sus comienzos, sus éxitos como «Tiritando», «En una playa junto al mar», «Siempre fuimos compañeros», y sus ganas constantes de continuar.

Donald nació el 9 de julio de 1946, está casado hace 47 años con Verónica Zemborain, tiene cuatro hijos y nueve nietos. Es cantante, compositor, conductor y el poseedor de uno de los éxitos más perdurables de varias décadas. Conquistó el público desde muy joven. Protagonizó tres películas: En una playa junto al mar; Siempre fuimos compañeros, y Un viaje de locos. En los ’80 se radicó en los Estados Unidos y al volver a la Argentina descubrió que nadie lo había olvidado. Sus canciones seguían tan “vivas” como siempre en el corazón de la gente y el público y sus colegas lo esperaban con los brazos abiertos.
Donald no es un seudónimo, como muchos piensan, es su nombre verdadero. Donald Clifton McCluskey, es su nombre completo. Proviene de una familia con gran historia musical. Su padre fue Don Dean, músico de jazz estadounidense que triunfó en Argentina. Sus hermanos, Álex y Buddy, fueron fundadores junto a Eduardo Morel Quirno del exitoso grupo vocal The Mac Ke Mac's, ue por su trascendencia fueron invitados a presentarse en el programa número uno de la televisión estadounidense de ese entonces, El show de Ed Sullivan. Patricia Dean, hermana menor de la familia McCluskey, también tuvo gran éxito como cantante.

Su unión con la música fue desde siempre: “Mi papá dirigía la banda de la Universidad de California y los fines de semana tocaba en salones de baile de Los Ángeles. y llegó a Buenos Aires desde Estados Unidos, contratado por la Metro Goldwyn Mayer, acompañando a la primera película parlante.Cuando se estrenó la película El cantor de jazz, le ofrecieron hacer una gira de dos meses por Sudamérica, para tocar tres canciones en cada cine donde se exhibía la película. Y así fue de ciudad en ciudad, hasta que llegó a la Argentina. Luego tenía que seguir hacia Brasil, pero se produjo la Revolución Constitucionalista de 1932, se enamoró de mi madre, y se quedó. Estuvo varios años tocando en el Roof Garden del Hotel Alvear, pero cuando nací él ya había abandonado la música y se dedicaba a la venta de tractores, como representante de la firma norteamericana Cartepillar".

Pese a que su padre ya había abandonado la música, la familia llevó siempre el arte en la sangre: “Yo escuchaba mucha música, desde que nací, porque mis hermanos tenían una gran discoteca y me pasaba horas oyéndolos actuar y ensayar en casa. Cuando arrancaron los “Mac Ke Macs”, el cuarteto vocal de Buddy y Alex, mis hermanos mayores. Yo no me despegaba. Ellos me llevaban diez años de diferencia y crecí con sus canciones. Tocaban jazz, pero incursionaron en la música tropical, en la brasileña y en temas internacionales de todo tipo, especialmente latinoamericanos. Crecí escuchando música de todos los estilos, la diversidad de géneros me formó. Empecé a tocar la guitarra de chico porque era introvertido y mi madre pensó que la guitarra me iba a ayudar para mejorar mi ánimo y mi carácter. Y arranqué con las lecciones del señor Tello, un colombiano que era profesor de música y estudiante de medicina, y quien me enseñó muchos ritmos de su país, guarachas y merengues".

Refiriéndose a su infancia, Donald, confiesa la dureza de esos días: “Tuve una infancia con mucha música y crecí en un ambiente musical muy lindo, porque mis hermanos eran muy divertidos...pero también muy triste por un trágico accidente donde mi hermano Billy, que era dos años mayor, lo mató un tren. Vivíamos en Barrio Parque, la niñera lo sacó a pasear, se encontró con un novio en un terraplén del tren que pasaba ahí cerca de la casa, vino el tren y se lo sacó de los brazos. Fue una situación terrible para toda la familia, pero yo la viví subconscientemente, tenía solo ocho meses, no tengo recuerdos de ese momento tan negro. Si de la tristeza de mi familia los años posteriores. Yo tengo memoria de la época de la primaria, recuerdo que en casa la alegría era permanente gracias a mis hermanos, porque mis padres se encerraron en sí mismos y prácticamente no salían de su cuarto. Cuando murió mi hermano, papá estaba de viaje, porque al terminar la Segunda Guerra Mundial, Estados Unidos le había pedido que armara una orquesta para ir a tocar ante las tropas americanas. Volvió y dejó definitivamente la música. Por eso, los cinco o seis primeros años de mi vida yo prácticamente no traté a mis padres, me crió mi abuela materna, “mamama”, y una señora amiga de ella. Los primeros años mis padres permanecieron en duelo, mamá no salía de su cuarto ni levantaba la persiana y papá salía rara vez. Ni para trabajar lo hacía, ya no estaba trabajando en ese momento. Él había ganado mucha plata con la venta de tractores... Con la música se hizo famoso y con los tractores ¡se hizo rico!”.

Continuando con su vida, el cantante, confesó: “Mi objetivo cuando era adolescente estaba en la música, pero en realidad yo pensaba dedicarme a la abogacía, mi gran pasión. Mi historia es al revés de la de muchos cantantes famosos que surgieron siendo muy pobres y gracias a la fama pasaron a ser muy ricos. De niño fui un chico rico, teníamos un Petit Hotel gigantesco en la calle Pereyra Lucena en Palermo Chico y una finca en Mendoza de trescientas cincuenta hectáreas que era una joya. Vivíamos muy bien. Pero en los ‘60 mi papá tuvo un descalabro económico, a raíz de la compra de un campo en el sur de Mendoza, un millón trescientas mil hectáreas que compró para desarrollar un proyecto que resultó inviable, por cuestiones con legisladores de la provincia que le pedían coimas. Y se fundió. Con la poca plata que le quedaba inició otra aventura, la construcción del casino “Flamingo” de Merlo, San Luis. Una idea de él, pero tuvo unos socios que estafaron a la provincia, y la provincia accionó sobre las garantías que había dado papá que eran la casa de Buenos Aires y la finca de Mendoza. Y se perdió todo. De la noche a la mañana salí con mamá a buscar un departamento de dos ambientes porque nos desalojaron y no teníamos dónde vivir. Un día vino mi hermano Buddy y me dijo: “Vas a tener que conseguirte un trabajo y dejar de ir al colegio Cardenal Newman, porque papá y mamá no te lo van a poder pagar”. Justo yo había tenido una propuesta para cantar en televisión y le dije a Buddy que me dejara ver cómo lo resolvía. Lo llamé al productor Jorge Regueiro, que era quién me había hecho la oferta, y le pregunté si la mantenía y cuánto me iba a pagar. Después fui al Newman, hablé con el rector, le conté lo que había pasado en casa y que quería seguir en el colegio. “¿Y cómo lo va a pagar McClusky?- me dijo-. ‘Voy a cantar en televisión, voy a ganar tanta plata y me alcanza para pagar el colegio’- le contesté. “¿Y además de pagar el colegio, puede ayudar en su casa a sus padres?”. ‘Sí, lo voy a hacer y aparte voy a tratar de conseguirme cuanto trabajo pueda’. Entonces me respondió: “Está bien McClusky su lugar está asegurado y no tiene que pagar la matrícula”. Así fue como a los 15 años empecé a trabajar en Ritmo y Juventud, un programa de Canal 11 al estilo de El Club del clan. Era como una academia de música, porque nos enseñaban coreografías y el director musical era Horacio Malvicino. Fue una época muy linda, porque los canales contrataban nuevas figuras y nos pagaban muy bien por cantar una o dos canciones. A mí me convocaban mucho, había producciones muy importantes y recorría muchos programas: El show de Antonio Prieto, Sábados Circulares de Mancera y todos los demás".

El gran éxito llegó de la mano de “Tiritando” y con una anécdota muy particular: “Éramos un grupo de amigos que nos íbamos los fines de semana a Mar del Plata o Punta del Este. Ellos hacían surf e iban cada uno con su tabla y yo con mi guitarra. En uno de esos viajes, en el verano del ’67, lo conocí a Nono Pugliese y una noche durante un fogón en la playa cantó Tiritando, una canción que había compuesto en Punta del Este. Cuando volví a Buenos Aires la grabé, pero recién la pegué con Tiritando dos años después. Un día apareció Nono y me dijo: “Puedo meterla en un aviso”. Y la metió en una publicidad de cigarrillos con Liliana Caldini. De la noche a la mañana la canción fue un boom. Me empezaron a salir shows a lo loco, recuerdo una noche de primavera del ‘69 que tuve doce actuaciones seguidas, ¡doce shows distintos! Empecé a las seis de la tarde y terminé a las diez de la mañana. Fue tal el éxito que la grabé en varios idiomas. En inglés, portugués, italiano y hasta en japonés...”.

Entre las canciones, las películas y los éxitos conoció a su mujer con quien formó una hermosa familia y camparte hasta el día de hoy sus días: “A Verónica la conocí en el año '67, salimos un par de veces y nos distanciamos varios años hasta que nos encontramos en Punta del Este en el verano del ’73. Cinco meses después, el 20 de julio nos casamos. El casamiento fue televisado por Teleonce en vivo y a cambio nos pagaron la fiesta en el Alvear, el vestido de novia, ¡todo! Y desde entonces estamos juntos. Tenemos cuatro hijos: Melody, Marina, Patrick y Miguel. Y nueve nietos: Vicky, Damián, Ana Paula, Isabela, Augusto, Nahuel, Aukan, Kai y Mikala".

Pese al gran éxito y que el público lo acepto rápidamente, Donald asegura:“Nunca imaginé que iba a ser cantante toda mi vida. Cuando terminé el colegio empecé a estudiar en la Universidad de El Salvador. Mamá estaba entusiasmadísima, porque el sueño de ella era tener un hijo abogado, como su padre. Mi abuelo había sido un juez de crimen en Mendoza muy reconocido, él metió preso al gobernador de la provincia por la violación de una menor y desde la cárcel el gobernador le mandó dos matones que lo degollaron en la calle. Tal vez por eso mamá siempre tenía esa ilusión. La cuestión es que cuando la pegué con Tiritando tuve que abandonar abogacía, mi mamá se agarró un disgusto bárbaro y me hizo prometerle que el día que pasara ese momento de euforia iba a continuar la carrera. Pasaron los años y en 1982 mamá, un día antes de fallecer, me hizo volver a prometerle que me iba a recibir. Y lo hice. Después de un verano muy exitoso en Punta del Este que ganamos mucha plata, Verónica, mi mujer, me dijo: “¿No pensás que sería un buen momento para cumplir la promesa a tu mamá?”. Y empecé a estudiar de nuevo. Tuve que arrancar de cero porque en lugar de 28 materias eran 46, pero cursé seis años en el Salvador mañana y tarde y me recibí en el ’99. Después hice un par de maestrías en Propiedad Intelectual, fui a un montón de congresos en distintas partes del mundo y me dediqué a la especialidad de propiedad intelectual y derechos de autor. Después deje de ejercer por una serie de cuestiones que son bastante engorrosas, pero que tenían que ver con mi idealismo y la no cabida de ese idealismo dentro de cómo se ha manejado la justicia y el derecho en la Argentina".

Hoy sigue más vigente que nunca y con miles de proyectos. Un disco de duetos, su primer libro de anécdotas y muy adelante en el tiempo, su retiro en Hawái.

Sus años en Estados Unidos, su regreso, vida y su historia completa, en su propia voz, aquí en Íntimamente con Alejandra Rubio.